martes, 6 de septiembre de 2011

La piel que quiero habitar


Una de las premisas necesarias para llevar una vida sarisfactoria, decía un joven estagirita, es que debemos aprender a envejecer y a gobernarnos en consonancia a nuestra edad y circunstancia.

Así, Almodovar dejó de teñirse el pelo y la factura del estilista desde entonces no va más allá del cardado y la permamente.

Almodovar no pudo soportar hacer un tipo de cine que a él mismo le parecía poco para todo su talento. Un filósofo, un genio metafísico no hace reir; hace pensar, reflexionar, explorar nuevos territorios, descubrir nuevas parcelas del ser y del haber. A Almodovar le resultaba hiriente que Los Morancos, Tonetti o los hermanos Calatrava alcanzaran los mismos resultados que él; el entretenimiento y la risotada, y decidió entonces que el mundo debía asistir genuflexo al nacimiento de un nuevo gran intelectual que llevara todo su mundo interior, cargado de metáforas inteligentísimas, a la gran pantalla.
Un universo onírico, elevado, repleto de imágenes hipertranscendentales, cercano al éxtasis espiritual. Hasta que le veamos en una cala de sitges después de darse un atracón de sardinas y sangría en un chiringo. Zampabollos, Narciso.
Y se visulmbra el problema: El Almodovar que comprende la gente que va al cine es el de "Mujeres al borde de un ataque de nervios", "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón" y el resto de cintas donde las chanzas tienen que ver con las putillas estridentes y los chaperos de ocasión, las pastis y los polvazos. Chascarrillos ocurrentes, personajes supuestamente transgresores, situaciones procaces, lenguaje atrevido y todo muy progre y muy "modelno". Chabacano pero acorde con el momento de alivio post generacional.

Así, ahora nos alcanzan a traición tales retortijones intelectualoides y sus emanaciones, y el gran público le da la espalda -mientras van en hordas millonarias a ver a Torrente y su "¿Nos hacemos unas pajillas?" - en esta última etapa que él mismo ha definido muy sesudamente "noir".
Y bien, había mucha más inteligencia en un sketch de nochevieja de Gila o de Tip y Coll que en la escena más "inquietante y perturbadora" de toda la filmografía "noir" del último émulo Fassbinderiano manchego.
Y mucho más cine y mucha más verdad en cualquier plano de "Cateto a babor" -fíjense los lectores que no tengo que recurrir a Azcona ni a Ferreri- que en toda esta última andanada de "cine" pretendidamente oscurantista.

Sinceramente, "La mala educación", "los abrazos rotos" y éste último estertor esofágico llamado "la piel que habito" no son más que películas aburridas y agonizantes. Y que sea aburrida es lo peor que le puede suceder a una película.

Porque el aburrimiento no le interesa a nadie, más que al protagonista del trance y a su espejo.

domingo, 27 de febrero de 2011

De cómo el elegido se transmuta en tu asesino


A petición de uno de mis 10 lectores de cabecera, mi buen amigo Nano -por cierto, solteras de Madrid y provincias, busca pareja y dependiendo de la perspectiva, aún está de buen ver; interesadas pulsar AQUI- voy a escribir en esta entrada sobre los dictadorzuelos que asolan y exterminan a sus propios pueblos, a los que tanto aman.
La lista de genocidas es desgraciadamente amplia; comienza por Stalin -por número de asesinados-, continúa por la mismísima encarnación del maligno, Hitler, y en estos días de zozobra alcanza a un histrión al que hasta hace muy poco Europa bailaba el agua, muy posiblemente en pos de su petroleo, qué paradoja.
Muammar Al-Gaddafi -a partir de ahora, Gadafi a secas- ha acampado en su jaima en los jardines de La Moncloa, rodeado de sus huríes embadurnadas en óleos de higo y dátil; sus camellos han defecado a modo por esos mismos jardines donde Felipe Gonzalez cultivaba con esmero y paciencia benedictina sus bonsais y su ejército particular de jenízaros se ha emborrachado y proferido blasfemias entre las hojas caídas y las sombras de los rododendros por donde paseaban su Majestad el Rey y Adolfo Suarez hablando pausadamente sobre esta España invertebrada que tanto nos duele en ocasiones.
Y su numerosa prole se ha enriquecido hasta el paroxismmo haciendo negocios con las mayores empresas del mundo, han sido recibidos con loas y sobre alfombra de pétalos de tamarindo en el Carnegie Hall de nueva York y en el Afonso XIII de Sevilla.
Y de pronto Occidente descubre que este hombrecillo es malo; todos exigen su inmediata comparecencia ante los tribunales internacionales y exhortan a los banqueros suizos a que congelen sus cuentas. Y mientras esos mismos esfuerzos diplomáticos occidentales intentan ponerse a bien con los irredentos, no vaya a ser que sean éstos quienes a partir de ahora controlen los generosos pozos de gas y petroleo libios. Pero no hay por qué preocuparse, porque si los irredentos fracasan esos mismos esfuerzos diplomáticos actuarán en sentido inverso y todo regresará a su orden anterior. Y la gasolina a los surtidores. ¿No es precioso?
Así son los ogros que aman a sus pueblos; el amor dura hasta que el pueblo no desea ser por más tiempo amado, y es entonces cuando el amado pueblo es asesinado.
Gadafi ama a su país en tanto el país es suyo; no es que él sea libio, es que él es Libia, y no puede soportar que Libia ya no le ame. Antes destruir a Libia que soportar su displicencia.
Y esto mismo se podría decir del descendiente del profeta Mahoma-rey-jefe de estado Mohamed VI -18º rey de la dinastía alahuí que reina en Marruecos desde 1666, nada menos- y otros tantos sacamantecas que aman a sus pueblos a fuerza de beberse su sangre. Vampiros.
Todos son la encarnación de dios, la encarnación del estado, de la justicia, del bien, la encarnación misma del pueblo... hasta que el pueblo decide apartarse de ese abrazo tan fraternal que le asfixia.
O como Mauricio le dice a Lula en la célebre novela "Lula, Mauricio o donde reside la memoria"...
"Son aquellos abrazos que nos unen, nos aprietan y finalmente nos ahogan, aquellos de los que mejor nos debemos guardar".

domingo, 20 de febrero de 2011

Otra memez más por la que enloquecer


En este enlace podéis encontrar un ejemplo perfecto de aquello de lo que he hablado tantas veces, acerca de la tecnología, el tiempo y el dinero a raudales invertido en desarrollos que técnicamente son primorosos, electrónicamente ultranovedosos, estéticamente incluso elegantes pero que... no sirven para nada en la vida real.

http://www.coolhunting.com/design/solowheel.php

Veo en esta rueda una paradoja tan atemporal como hiriente; por una parte la rueda es uno de los inventos más celebrados de la historia de la humanidad; sus primeros vestigios datan del 5º milenio antes de Cristo y los podemos situar en Mesopotamia, pudiendo encontrar ruedas verdaderamente evolucionadas e incluso sofisticadas ya en el siglo XX antes de Cristo. Lo que significó la invención de este ingenio para aquellas civilizacíones fue definitivo para el impulso de las comunicaciones, el comercio, la difusión del conocimiento etc. Hubo un antes y un después en la historia de la humanidad a partir de la invención de la rueda, sólo comparable al impactto que supuso el dominio del fuego.
A diferencia de aquel hito, esta otra "invención" que me deja perplejo no aporta NADA a la humanidad. Pero con tal de comercializarlo con éxito todas sus carencias y limitaciones intentarán ser corregidas por una musculosa campaña de marketing y comunicación. Lo que el ingenio no ha conseguido que lo logre el marketing. Si no es útil, si no aporta nada novedoso de valor, da igual. Basta que sea "chic" y que resulte carísimo. Seguro que alguien pica.

La dichosa "solowheel" resulta incómoda y dificil de utilizar -en 5 días que el futuro distribuidor me la ha dejado a prueba sólo he sido capaz de recorrer una recta de 5 metros haciendo equilibrios funambulares con los brazos-, apenas te ofrece más velocidad de desplazamiento que caminar -y mejor que así sea a la vista de la precaria estabilidad que ofrece- y sus limitaciones son todas; para utilizarla debes estar en bastante buena forma -en cuyo caso caminar parece ser una mucho mejor alternativa-, gozar de un sentido del equilibrio propio de un trabajador del Circo del Sol y por supesto, contar con una situación económica más que desahogada. Diantres, no cumplo ninguna de estas premisas, ni siquiera cuento con unas pantorrilas suficientemente robustas.
Y más inconvenientes; soporta mal las pendientes y peor las irregularidades del terreno, siendo incapaz del todo de salvar un sencillo escalón.

En definitiva, es uno de esos cacharros tecnológicamente ultraavanzados, en el que se han invertido cantidades ingentes de horas de trabajo, de recursos de todo tipo y no me cabe ninguna duda que también de un intengible que yo personalmente valoro y admiro; el empeño y la ilusión.
Y sin embargo, a pesar de todos estos mimbres, no vale para nada, ni aporta nada nuevo, ni mejora ninguna otra función o utilidad, ni suple ninguna carencia ni nada de nada de nada.
Un patinete eléctrico es mucho más cómodo, más versátil, más útil e infinitamente más barato. Quizá ésto último sea el mayor defecto del viejuno patinete para este sistema nuestro de cada día, que devora novedades a velocidad de vértigo y necesita de artefactos cada vez más absurdos y más caros. El frenesí consumista nos necesita para seguir exitiendo, para finalmente devorarnos cuando ya no somos capaces de seguir su ritmo o sencillamente no perseguimos estar siempre a la última. Como Saturno devora a sus hijos, igual.

Y pese a todo, yo no atrevería a asegurar que vaya a ser un fracaso en toda regla, porque entre otras cosas, lo que el marketing de diseño mejor sabe explotar son los complejos y las necesidades de autoafirmación de aquellos que tienen más dinerito.

Es decir, que siempre habrá un snob o un imbecil -y quien dice uno dice un millón- dispuesto a revalidar la vieja máxima a la que Buhigas dio una acertada vuelta de tuerca; "Que hablen de uno aunque sea bien".
Que asi sea.

jueves, 3 de febrero de 2011

Todo es mentira




España es un país curioso, posiblemente fruto del crisol de culturas y civilizaciones que han pasado por aquí. En algún momento del devenir de la historia algún pueblo diseminó generosamente el gen de la picardía, o mejor dicho, de la picaresca, o quizá fue sencillamente la necesidad, el hambre. Dicen que esa misma necesidad agudiza el ingenio. Puede ser, pero media una gran distancia entre la picardía y la inmoralidad, y el delito.
Lo terrible es que en España parece que seguimos mostrando cierta empatía con según qué tipo de delincuente, como seguramente a muchos les parecen simpáticos los pícaros. Pero detrás de los pícaros están los raterillos, y después los hampones, los chorizos, los ladronzuelos, los buscavidas, los proxenetas, los descuideros, los trileros... Y muchos de ellos, como decía, despiertan cierta simpatía entre nosotros. De no ser así no se entendería de ninguna otra manera que personajes como el Lute, el Dioni o Mario Conde susciten admiración entre el gran público. El Lute robaba gallinas para comer, reza la leyenda, y seguramente será verdad, lo malo es que en sus correrías y escapadas quitó la vida a una persona. Con el Dioni no voy a extenderme demasiado porque el desgraciado ya debió recibir lo suyo -literalmente- en los pestilentes presidios brasileños. Y Mario Conde triunfa hoy día como escritor y contertulio; conozco a muchas mujeres que matarían por cenar una noche con él; seguramente ninguna de esas mujeres fue nunca accionista de Banesto.

El Mario Conde americano de nuestros días se llama Madoff y ya nunca saldrá de la cárcel salvo para ser enterrado. Quiero decir con esto que no sólamente el gran público es condescenciente con estos delicuentes; también las propias leyes son laxas y permisivas en exceso.
Como en otras tantas facetas, España ha pasado de ser un país severo con los criminales a padecer una leyes garantistas en exceso, siguiendo siempre la máxima socialista de aborrcer el delito y compadecer al deliencuente. En este sentido, tantos años de gobiernos "progresistas" en España han dejado demasiados lastres difíciles de superar -iba a decir demasiadas "hipotecas", pero me pareció demsiado cruel-. Una es la educación basada en el igualitarismo, la mediocridad y el "todo vale", erradicando los valores del esfuerzo individual, el sacrificio, el mérito y la superación personal, por considerarse estos valores "franquistas". Y otra, por no extenderme en demasía, seguramente sea un sistema judicial muy permeable a las presiones políticas y sujeto a una leyes definitivamente blandas. Siempre se les ha llenado la boca presumiendo de separación de poderes, ejecutivo, legislativo y juicial, pero trístemente es sólo eso, de boquilla. De bocazas.

Y todas estas reflexiones previas para tratar uno de los últimos fraudes destapados en nuestra piel de toro. Esta vez no se trata de chiringuitos financieros, ni de turbias redes empresariales de estructura piramidal, ni de complejos entramados para no tributar el IVA. No, esta vez se trata del Azafrán de La Mancha.
Un ataque a la línea de flotación del sentimiento patrio, como si se tratara de los ajos morados de Las Pedroñeras o de las anchoas de Santoña.

En tierras de secano se cultiva oro. Es rojo, de aroma intenso y no se vende en lingotes, sino en hebras. No es barato: el precio de un kilo de azafrán con denominación de origen La Mancha ronda los 3.000 euros. España produjo en 2010 unos 1.500 kilos; en cambio, se exportaron bajo marca española casi 190.000, según el Ministerio de Industria. ¿Cómo se explica esa diferencia? Por la dudosa elaboración del producto y las anomalías en el etiquetado.

El producto bueno tiñe despacio y tiene un olor fuerte y agradable
Un kilo requiere unas 250.000 rosas del azafrán. De toda la flor violeta, apenas sirven tres hebras, los pequeños filamentos que recogen el polen (estigmas). Un producto rentable en el mercado, pero costoso de elaborar.

En España las cifras chirrían. Hasta el año pasado el flujo era claro: las empresas españolas vendían como español lo que habían comprado en otros países -sobre todo Irán, y también Marruecos, India y Grecia-. No basta este razonamiento para justificar las cuentas de 2010. España importó lo mismo, produjo lo mismo, pero se han disparado las exportaciones. ¿De dónde sale este azafrán? Nadie lo explica. Hasta un 90% de las exportaciones de azafrán español son fraudulentas, según el sindicato agrario ASAJA. Un exportador, que pide anonimato, critica: "Son vergonzosos los precios a los que vende la gente, más aún sabiendo que es mierda".

El negocio es rentable: el año pasado supuso 47 millones de euros. El azafrán iraní tiene un precio más barato -entre 1.000 y 1.500 euros el kilo-, pero la calidad es muy inferior, según Antonio García, presidente del consejo regulador de la denominación manchega. "Proviene de explotaciones intensivas que no dejan descansar a la tierra. Las hebras son más finas", afirma. Estas prácticas suponen una amenaza para los agricultores manchegos. La producción en Irán es, actualmente, más intensiva, más barata. El consumidor paga cinco euros por un gramo de Irán. La misma cantidad con denominación de origen La Mancha -la única permitida- cuesta casi el doble.

Varias empresas iraníes se han establecido en la Península para aprovechar la ambigüedad del etiquetado. "No es ilegal, el producto ha sido tratado en España", se defiende el dueño de una conocida exportadora española.

Efectivamente, el truco entra dentro de lo permitido, aunque sea engañoso para el consumidor. España solo exige que conste el nombre de la empresa envasadora o exportadora. En cambio, el reglamento ISO -que, sin ser obligatorio, marca lo correcto- especifica que figure el país de producción en los casos en que "su omisión pudiera inducir a error al consumidor sobre el origen real del producto". Ahora que el Ministerio de Industria plantea aprobar una nueva regulación, el consejo regulador lucha porque España obligue a incluir esa especificación. El organismo afirma que esto protegería al consumidor y la producción manchega. Las grandes empresas exportadoras, en cambio, temen que el cambio afecte negativamente al negocio.

El conflicto de intereses entre la denominación y las grandes exportadoras es sencillo. La producción española goza de gran prestigio, pero no es suficiente para sustentar los grandes volúmenes de exportación. Una empresa fuerte del sector vende más de 7.000 kilos. Toda la producción actual de la meseta no bastaría.

En la sede del consejo regulador, García, su presidente, guarda muestras de azafrán comprado como manchego. Debe añadirse que solo unos 700 kilos se certifican como tales, puesto que las únicas marcas que pueden etiquetar como de La Mancha son las seis de la denominación -una apenas produce y otras dos están en conversaciones para adscribirse. Los casi 800 kilos restantes son de cosechas antiguas o de empresas ajenas a la denominación.

La última muestra que enseña García fue comprada en un bazar turco como española. "Esta no es ni azafrán, es cardamomo". El auténtico se distingue porque tarda en colorear la comida, pero la tiñe de amarillo intenso. ¿Cómo saber cuándo es bueno? García, que también es gerente de la envasadora Ceffran, contesta: "Por el olor. Si son falsas,. la gente pone cara de asco". Para quienes no se fíen del olfato, la garantía es el dibujo de la rosa del azafrán en el logotipo, la etiqueta oficial de la denominación manchega.

Un secreto a voces entre los comerciantes de azafrán es la venta de productos adulterados. Un reportaje publicado en The Independent afirmaba que el análisis de unas muestras de azafrán español evidenciaba que entre un 40% y un 90% del producto no eran hebras de azafrán, sino otros residuos de la planta en el mejor de los casos (la normativa exige que no superen el 0,6%).

Industria afirma que no tienen constancia de esos análisis, pero no informa de las denuncias hechas desde España. Se escudan en que exportaciones dentro de la UE (el 98% en 2010) no están sujetas a controles. El Ministerio pasa la pelota a las autonomías.

La Administración solo admite que se trata de un "presunto fraude" mientras no haya sanción. Los reguladores no dan datos oficiales de sanciones. Francisco Martínez Arroyo, director general de Producción Agropecuaria en La Mancha, subraya que hay inspecciones a las empresas y que los sistemas de control son "garantistas". Martínez reconoce que existe constancia de "intentos de fraude", pero que "no es en La Mancha donde más se producen". La Comunidad Valenciana y Murcia, que no producen azafrán, son las que más exportan.

"Desde hace años suceden prácticas fraudulentas", afirma José María Fresneda, de ASAJA en La Mancha. El sindicato propone "aranceles disuasorios o cuotas a la importación como con los ajos chinos". Lo primordial para él es que no se perjudique a los agricultores, quienes "hacen un azafrán para que la paella esté de muerte". Uno de estos agricultores manchegos es Vidal Escribano, de 78 años. "Cuando me hice novio hice como todos: plantar un azafranar", cuenta. Desde entonces han pasado muchos años de historias de compradores con pesas huecas y romanas torcidas, aunque los agricultores no eran inocentes: "Algunos humedecían el azafrán a fin de que engordase". Vidal habla de tiempos en los que el precio de la especia oscilaba entre un 50% y un 60% en el mismo año de cosecha. Los agricultores guardaban las reservas hasta que subiera el precio o no hubiera más remedio que vender: "Llegaban gastos y a veces tenías algún dinero, otras solo azafrán. Entonces vendías". El azafrán era el banco de los agricultores. Y como al resto del mercado bancario, le ha llegado su crisis de las subprime.

Da igual con lo que estén jugando los agricultores y mercaderes, intermediarios y especuladores. Da igual si se trata del arroz con que se alimentan cientos de millones de parias en el mundo, del sorgo, de los cereales, de la leche... Da igual si se trata de la gasolina que alimenta nuestros vehículos o los tipos de interés que fluctúan como nuestras emociones.

Puede ser cualquier cosa con la que se pueda comerciar, especular y engañar, porque al fín y al cabo apela a aquello que iguala a todos los hombres; la insorportable miserabilidad de la condición humana.