martes, 16 de noviembre de 2010

Paris, Texas.



Ha estado esperando en un cajón durante años, no sé cuántos, ni idéa, pero es cierto que la espera ha merecido la pena. Sólo confío en no volver a dejar pasar una eternidad antes de ver una película como esta, como confío en mis sueños que algún día, tal vez mañana, Travis regrese de nuevo, y esta vez sea para quedarse.
Son 150 minutos de auténtico cine, de arte en estado puro, de poesía hecha imágenes y diálogo. Y sentimientos y emociones.
No sé cuál es el espíritu de Texas, ni siquiera sé si lo tiene, pero de tenerlo, debe de ser sin duda éste que Win Wenders ha retratado majestuosamente.
Sólamente la banda sonora, de Ry Cooder, merece la pena aunque la película no contara absolutamente nada, pero lo cuenta, lo cuenta todo, tanto que en ocasiones es demasiado y hace visible el alma humana desgarrada y rota, entregada a un destino aún por ignorar.
Las interpretaciones de Harry Dean, Natassia Kinsky y de Hunter Carson no son tales; rezuman verdad por los cuatro costados, autenticidad, realidad. La más terrible y la más hermosa de las realidades, el gozo y el dolor de estar vivos.
Al fín y al cabo, esta también es Una Historia Verdadera.

martes, 28 de septiembre de 2010

Vivir en el escaparate


Uno de los signos más evidentes de nuestro tiempo es la sacralización de la opulencia; de nada vale ser rico si no lo puedes hacer groseramente evidente, y hoy contamos con innumerables herramientas para ello. Hace 4 siglos los pobretones de solemnidad iban por la calle hurgándose entre los dientes con un palillo para hacer ver a sus convecinos que acababan de pegarse una comilona de aúpa. Hoy el palillo es un reloj king size que deslumbra, un ipad, un descapotable o un bolso con las enormes iniciales de su diseñadora.

Hoy el hortera desea y necesita también epatar con las obras de arte, que gracias a ferias como Arco se han convertido en nuevas fomas de exaltación de la riqueza. Claro que estos mequetrefes relamidos de zapatos marrones de punta y corbatas de colores insufriblemente chillones dificilmente podrían querer presumir de tener un Delacroix o un Mantegna en su baño, lleno de jacuzzis y mármoles, griferías doradas con leds multicolores y rociadores de ducha efecto lluvia monzónica. Este ejército de soplapollas lo que quiere es exhibir en el garaje de casa, al lado de los ferraris, un enorme de tanque de formol en el que se halla suspendido un tiburón.
Sus visitas, presumiblemente, nunca hubieran podido reconocer el valor económico de un prerafaelita en su casa, pero sí el de un tiburón tigre en un enorme tanque de formol o uno de los sofisticados perritos inflables de Jeff Koons.
Los relojes ya no están bajo las mangas de la camisa, están donde sean muy visibles, en una zona donde molesta mucho a la muñeca pero donde la marca queda al alcance las miradas.
Las gafas jamás deben ser discretas y cumplir sencillamente su cometido, ni las de ver ni las de sol. Cuanto más grandes y con el logo más obscenamente llamativo, mejor.
Hasta los calzoncillos han dejado de ser parte de la ropa interior, siempre y cuando lo que asoma sea una marca carísima y así todos los demás puedan advertirlo.
Las camisas lucían hasta ahora sus logos de forma más o menos discreta, hasta que llegó La Martina en una ofensiva por ver quién se atrevía a más. Ataque al que el cocodrilo respondió creciendo hasta alcanzar el over size que lo haga bien hortera, como el jugador de polo, el arbolito, la ardillita y así hasta el fín. El citius, altius, fortius de los maestros griegos en versión Don Juán de freiduría.
Son todo signos claros de vacuidad, de banalidad, de estulticia hortera y chusca, signos todos de nuestro tiempo. Nada nuevo bajo el sol, porque toda la estupidez del mundo, toda su arrogancia, su vanidad y su memez son tan antiguos como el propio hombre.
Aunque al hortera habría que estudiarlo aparte, no creo que Arsuaga haya encontrado aún en Atapuerca a un hommo antecessor con una camisa de La Martina pegada a sus huesos.
Esos mismos horteras y otros millones de personas más han encontrado una herramienta fantástica en las redes sociales para ver y sobre todo, hacer ver lo guapos que son, lo bien que les va, los viajes que se han pegado y el coche que se han comprado. Hay quien incluso las utiliza para escribir "aterrizando en el JFK, alguna turbulencia en el vuelo pero todo bien", con la esperanza de que en ese momento alguna alma cándida y generosa lo lea y sobre la marcha le conteste... "¿Pero otra vez en NY? ¡Eres genial, qué vida tan interesante la tuya!". El otro día leí algo bastante más prosaico... "Encadenado al retrete, esta gastroenteritis va a acabar conmigo, seguiré informando". Me hizo reflexionar... Encadenado al inodoro, sí, pero por lo visto también al portatil -bueno, también puede ser al movil, el iphone, el notebook, el ipad, el ebook, el...-
Sí, el arsenal de dispotivos con que contamos para estar permanentemente online es cada día más amplio; nos ofrecen todo tipo de artilugios que nos permitan estar conectados al segundo y que todos los demás sepan qué extrañas circunstancias concurren en nuestros intestinos, a qué adversidades se enfrentan nuestros esfínteres.
Así, miles de lustros en busca de la privacidad, del anonimato deseable y de la intimidad necesaria para que ahora seamos nosotros mismos los que gustosos y hasta babeantes nos encadenemos a la camisa de fuerza de hacer pública nuestra vida hasta los detalles más nimios. ¡Qué paradoja!
La vida de un conocido mío es el verdadero paradigma de la paradoja a la que me refiero; Su vida era extremadamente transparente, toda expuesta en su escaparate de facebook. Tan transparente como el tanque de formol del avispado Damien Hirst. Transparente para todos excepto para su propia mujer a la que resultó ser infiel con una antigua compañera de la facultad cuyo contacto había recuperado gracias a Facebook.
Para su mujer tal opacidad resultó del todo intolerable, tanto que a día de hoy este conocido mío tiene noticias de su hijo a través de esa misma red social.
¡Tan cerca y tan lejos, diablos!

miércoles, 12 de mayo de 2010

Insert coin to continue


Game over. Insert coin to continue.
Así rezaban las máquinas de marcianitos cuando la partida había acabado; la moon lander, el come cocos... Todas. Esta también.
Sé finí, kaput, San Seacabó. The dream is over, diría Ringo.
Trás la larguísima y en ocasiones aparentemente fructífera borrachera llega la resaca. ¡Y qué resaca! Y todavía tenemos que dar gracias a los de afuera -léase Obama, Merkel etc- por haber cantado las 40 a nuestro presi, haberle dado un pescozón, un sopapo, un soplamocos y un capón.
Todo al tiempo. Memo, más que memo.
Eres un mequetrefe, un mentecato. Presi, eres un necio y un incapaz. Presi, eres un mamón. Eres un tipo muy pequeño, un alfeñique de la política, un androcoplásico -para que los enanos no se enfaden apelando a la correción política- mental. Un resentido, un andrajoso intelectual.
Tu nos has llevado a esto. Tu y tu "ya aprenderé economía en un par de tardes". Tu y tu sectarismo, tu "ideología" que nos ha llevado al hoyo. Tu buenísmo de salón que pagamos todos. Tu y yu camarilla de actorzuelos de pantomima de fiestas del pueblo venidos a más a costa del estupor, el trabajo y el sufrimiento de todos los españoles. Y de nuestro dinero.
Tu y tu ceja, diablos.
Si no es por esos de afuera nos hubiéramos seguido desangrando trimestre a trimestre, PIB a PIB, parado a parado. Tu no hubieras hecho nada, me temo, más que otro discurso tan vacuo como esteril. Pero te han obligado, y no te ha quedado más remedio más que sacar la tijera.
Y todo por esa globalización por la que tantas veces has brindado.
De no ser por la hipercacareada y archimanoseada globalización, hubieras devaluado la peseta y punto pelota. Hubieras devaluado a cada uno de los españoles a la categoría de reginal be. Y prou. Pero ahora eso no valía, sacamantecas, porque estamos dentro de Europa y la globalidad nos arrastra. Y antes de que fuéramos nosotros los que arrastráramos a la globalidad al apeadero, te han leído la cartilla, te han sacado los colores, de espaldas a la clase y con el capirote en vez de la chistera.
Porque se acabó hacer juegos malabares y decir mucho sin hacer nada. Has vivido del ilusionismo -y de otras muchas cosas, bribón- durante estos años.
Hs vivido de decir que cambiábamos el modelo productivo hacia una economía sostenible, productiva y socialmente justa. De decir que se acabó el ladrillo y empezaba la gloriosa década del microchip y el microscopio, la bata blanca y la corbata diseño de Barceló. De la investigadión y el desarrollo, de la inovación. ¡Ay mentirosuelo! Que después de decir todo esto llegó el plan E, y después de éste, otro más... ¿Y dónde se iba todo? Sorpréndanse ¡Al ladrillo! ¿Y después? ¡Al paro!
A recortar el gasto, porque es justo y necesario, has dicho hoy en el Congreso. Y al recortar el gasto vaya usté a saber cuándo saldremos de la recesión y empezaremos a crear empleo. Porque durante todo este tiempo te has dedicado a untar a los sindicatos, a esos privilegiados -no digamos ya los "liberados"- y a los subsidiados de siempre. Hasta que ya no quedaban más cazos que repatir y no llegaban más fondos de cohesión de Europa, hasta que no cabía un sólo paniaguado más en el pesebre y el castillo adosado a pagar en cómodas mensualidades se te venía abajo delante de tus cejas, mercachifle.
Y ahora toca acabar la legislatura. Dos años más arrastrando los pantalones por Europa, intentando esquivar el pim pam pum que se te viene encima, con las vergüenzas al aire, botarate.
Que pase pronto y que el Gran Hacedor, sea quien sea, te ilumine durante esta condena que aún nos resta.
Dos años y un día.

viernes, 5 de febrero de 2010

Déjame en paz amor tirano, déjame en paz.


Ya desde el comienzo de su primer mandato nuestro presidente del "Gobierno" dio claras muestras de su gusto por las situaciones ridículas y grotescas. Podemos decir sin riesgo a equivocarnos que él mismo se mete en la boca del lobo prestándose sin sonrojo al esperpento. Y va a más.
No puedo imaginar cuál hubiera sido la reacción del presidente y de todo el "ejecutivo" ante una eventual invitación de una organización como el Opus Dei para acudir a una merienda de oración. Suizos a la plancha, caracolas, medias noches y trinaranjus. Posiblemente hubiera emprendido una nueva cruzada laicista como respuesta.
Pero en este caso ha sido la administración Obama la que le ha invitado, y como era de esperar le ha faltado tiempo para disfrazarse de estrella circense en un nuevo salto mortal triple con tirabuzón final, cita del deuteronomio incluido. Si le hubieran pedido que se disfrazara de pastor redentor de la rama adventista del 7º día, no me cabe duda que lo hubiera hecho igual, con una mueca irreal entre circunspecto y profundamente reflexivo, cuasi levitante. Pero siempre risible.
Y si el menester hubiera sido presentarse ante Obama como hombre-bala, es casi del todo seguro que se hubiera enfundado un traje ajustado y de colores chillones al uso. Leire Pajín prende la mecha previa soflama milenarista y nuestro bien amado presidente sale proyectado hacia el estrellato de los tiempos, hacia la gloria de la memoria histórica.

No va más señores, no va más.

Ha sido una semana nefanda para todo el "Gobierno", con ZP al frente. La descomposición resulta ya imparable y huele a carne tumefacta y a metano. La hemorragia no encuentra presa que la contenga ni trapo que la disimule. La imparable riada de declaraciones "gubernamentales" y posteriores matizaciones, enmiendas o contradicciones dejan en mal lugar a unos y a otros. Las contrareformas suceden a las reformas en cuestión de horas, de minutos; los ministros se esconden y sólo asoman el rostro allende madriguera si es estricamente necesario, y siempre para aumentar la confusión y dar nuevas e imprevisibles vueltas a la madeja del sinsentido.
De La Vega es ya más momia que ser vivo, pese a lo cual acierta a convocar a los medios de comunicación para, con gesto estreñido, afirmar que "el Gobierno se mantiene firme en su compromiso con los ciudadanos -esta vez no añadió "y ciudadanas"- y tiene fuerza y energía para mantener el timón".

Coño.

Y es aquí cuando cunde el pánico. Comprobado que De La Vega tiende a decir exactamente lo contrario de lo que piensa y conoce -"El Gobierno actúa de forma coordinada", "No ha habido improvisación en ningún momento", "Nada hace pensar que España vaya a entrar en recesión", "No manejamos en estos momentos -sic- un escenario como el que usted plantea" etc etc etc- uno recuerda aquellos versos de Luis de Góngora y Argote...

"Amadores desdichados
que seguís milicia tal,
decidme qué buena guía
podéis de un ciego sacar,
de un pájaro qué firmeza,
qué esperanza de un rapaz,
qué galardón de un desnudo,
de un tirano ¿Qué piedad?
Déjame en paz, Amor tirano,
déjame en paz. "

Lo dicho, que Dios nos coja confesados, pues hasta los más recalcitrantes laicistas podrán siempre recurrir al deuteronomio cuando quien maneja con una mano el hisopo, alza con la otra una chistera.

miércoles, 27 de enero de 2010

La escombrera


Mi hermano mayor estuvo a punto de objetar; en aquella época ser objetor hubiera sido algo así como declararse en rebeldía y hubiera sido motivo suficiente para dar con tus huesos en un calabozo, vaya usté a saber por cuanto tiempo. Al Final mi hermano mayor hizo la mili, se licenció en Cartagena y se compró una lambretta, con la que se pegó una piña sin mayores consecuencias en Hellín, provincia de Albacete.
Hoy día a los niños no se les ponen supositorios y mucho menos inyecciones, se les exige muchísimo menos en el colegio y ay de aquel docente que ose ponerles una mano encima. Yo recibí algún que otro guantazo, varios capones y collejas por doquier, más por parte de compañeros de clase que de profesores, todo sea dicho. Tampoco los propios progenitores te pueden "aconsejar" físicamente, porque lalmas al teléfono del menor y les denuncias. Y punto pelota.
Hoy un navegador-GPS te lleva al sitio deseado dando más o menos rodeos, pero te acaba llevando y ni te pierdes ni te desesperas preguntando a los viandantes o a otros conductores que te indican la dirección equivocada, pero sonriéndote.
Hoy si te interesa algo o quieres satisfacer una curiosidad, no tienes porque ahorrar para comprarte un libro y creer que así vas a librarte de tu horfandad intelectual; basta acudir a San Google y San se acabó. Se acabó el romanticismo de acudir a las librerías, a las librerías o a las hemerotecas, se acabó también la necesidad de ahorrar -o la posibilidad-. Y se acabó frente a la inmediatez y la inabarcable montaña de sabiduría a que a ahora podemos acudir en pos del conocimiento.
Hoy no pasas frío cuando te vas de acampada, porque los sacos de dormir y la ropa de abrigo con su inagotable variedad de tejidos térmicos, son infinitamente mejores y más baratos que los jerseis de cuello vuelto que picaban un rato y los anoraks de poliester con capucha.
Hoy no te calas los piés haciendo una excursión aunque no lleves catiuscas.
Hoy te puedes comunicar con quién desees de forma inmediata y a un coste asumible, aunque medie un océano entre los comunicandos.
Hoy ligar es infinitamente más fácil porque las tías que se acuestan con tíos no son putis, ni si quiera son unas guarras; simplemente se lo quieren pasar igual de bien que los tíso y disfrutar del sexo, sin mayores complicaciones.
Hoy puedes encontrar condones aunque no los busques, porque te los regalan en los colegios -antes se te caía la cara de vergüenza cuando ibas a una farmacia y pedías preservativos-. Y si el condón falla o sencillamente has pasado de ponértelo, no hay que plantearse grandes dilemas existencias, porque vas a la farmacia y con gran soltura pides la píldora del día después y nadie te mira raro.
Tampoco te miran raro si eres homosexual, lesbiana, lesbiano, transformer, transexual o lo que quieras ser. Al revés; es guay presumir de haber probado de todo y ser super tolerante -vamos, que lo mismo toleras un higo que un plátano de canarias-.
En fín, todo es mucho más fácil, infinitamente más fácil. Y mi infancia y mi adolescencia fueron a su vez infinitamente más fácil que la que tuvieron mis padres, unos reaccionarios de centro derecha que creían en Dios y todo lo que querían era ver a sus hijos felices y vivir tranquilos, y si se puede vivir bien, miel sobre hojuelas.
Ni yo ni ninguno de mis hermanos, ni nadie en realidad que conozca de forma cercana, ha pasado hambre, ni frío -a no ser que estuvieras de caminata en la sierra.
Mi padre sí que pasó hambre alguna que otra vez. Y miedo en la guerra civil, siendo un niño.
Y en fín, hoy todo es mucho más fácil y probablemente más seguro.
Y sin embargo... ¿Es mejor?
Hay dos aspectos clave en lo que esta sociedad es mucho más dificil que la de nuestros padres. Y que yo encuentre, sólo son dos factores, pero tan relevantes y tan necesarios que convierten todas las demás -supuestas o no- facilidades en sencillamente espúreas.
Un factor es el trabajo y por consiguiente, tu posibilidad de ganarte la vida suficiente y honradamente, con todo lo que esto supone. Aquí no es necesario dedicarle muchas más líneas; todos sabemos cómo están las cosas y lo complicado que es hoy día crecer en una empresa y desarrollar una carrera profesional dentro de ella, en parte, no lo discuto, por culpa del propio empleado y sus veleidades, limitaciones o sencillamente pasotismo.
El segundo factor está directamente relacionado con el anterior, y es la dificultad para acceder a una vivienda digna y de forma también honrada; dejemos por ahora las fórmulas alternativas de "okupación" para esa minoría antisistema y antifilvit que básicamente y resumiendo mucho, no quiere pegar ni palo.
Y resulta una paradoja que sea tan complicado alquilar o comprar una vivienda cuando hay un stock tan alarmante en el parque inmobiliario español; se calcula que hay más de un millón de viviendas listas para dar cobijo y alguna satisfacción mayor pero por las que nadie parece estar interesado -ya sea por el precio o por la imposibilidad de quienes pudieran estar interesados en acceder a ellas dadas las enormes restricciones al crédito que se vienen produciendo desde hace un par de años, aunque su precio fuera razonable-.
Hemos pasado de la barra libre en el crédito a cortar el grifo del todo aún para aquellas empresas que pudiendo ser rentables se van al garete -con todos sus empleados detrás- porque sencillamente ningún banco u organismo oficial -ICO- les abre una línea de crédito que alimente su circulante básico. Y no sólamente se van a la calle los empleados, sino que aquellas empresas que eran proveedoras de la anterior sufren directamente las consecuencias del cierre de ésta. Y así en cadena, en una espiral vertiginosa, en un endiablado efecto dominó que amenaza con dejar pocas fichas en pié sobre el tablero.