domingo, 18 de mayo de 2008

Entre la futilidad, el eclecticismo y la nada.

Leve, muy leve se me antoja la actualidad musical española, y no por lo etéreo, sino por lo efímero e insustancial…
Esta tarde mi mujer me ha tenido que dejar su coche –por cierto, cariño, te he llenado el depósito, para que luego me digas que no te hago ningún regalo- y al arrancarlo se ha encendido la radio. Da igual la emisora, era una radiofórmula más de la Frecuencia Modulada; Me he hecho mayor, porque toda la música que me he encontrado le ha parecido intolerable a mis pabellones auditivos.
Es posible que a quien tenga 10 años más que yo también le pareciera una basurilla la música que yo escuchaba cuando era un adolescente repleto de testosterona y sediento de vida, y por cierto, sigo escuchando la misma música. ¿Es que hay otra?

Y no es un problema de medios, de tecnología o de tiempo; es de creatividad, de talento y de esfuerzo. Lejos quedaron los tiempos en que los cantantes o grupos españoles para dar más bombo a sus long plays presumían de haberlos grabado en los mejores estudios del mundo, que entonces estaban en Los Angeles, Londres o Nassau. Ahora cualquiera un poco pizpireto y apañado puede grabar en su casa con unas ayudas técnicas que ya hubieran querido los que como Nano, grababan en su casa maquetas y maquetas con un radio casete de dos pistas y un micro comprado en un baratillo.
El problema, la carencia más bien, es de creatividad. Las letras de hoy día, como los guiones de cine en su mayoría, son auténtica nadería, que dejan al más ñoño de los temas de los 80´s a la altura de un maestro letrista. Y los grandes grupos de hoy día, o por lo menos los que más venden, tampoco ayudan mucho en este sentido; una vez más insustancialidad, frugalidad, escasez; nada. Mucho gorgorito, mucho engolamiento, mucha imagen de chicos y chicas malas que pareciera pretender indigencia, eso sí, descansando sus cuerpos sobre colchones armados de millones de euros. Así cualquiera viste ropas andrajosas. No veo nada de originalidad, de fuerza, de ganas –y mucho menos necesidad- de transmitir algo. Para decir que el único al que veo con garra y con mopa es Bisbal podemos imaginar qué turbio se me antoja todo.

Témome que esto que ocurre con la música, fútil e insustancial, no es más que un reflejo de lo que ocurre en el conjunto de la sociedad española. Nada. No ocurre nada. Anestesia general, ni escepticismo siquiera; televisión pestilente a mansalva, videojuegos, drogas de diseño, trajes de marca y móviles. Y tortillas de patatas deconstruidas. Y vapores de lentejas del pago del marqués de putufuá sobre evocaciones de anís al aroma de humus cristalizado, con notas retronasales de madera y rumores caramelizados de nada. Los cocineros elevados a la categoría de gurús a los que todos reverenciamos, aunque sólo sea porque sentarnos a sus mesas cuesta 500 euros el cubierto -de diseño, eso sí-. Aparcacoches que se llaman “consultores de estacionamiento”, papanatas que visten trajes de marca con zapatos marrón claro. Apariencias, ostentación, lo quiero todo y lo quiero ahora…
Galanes de freiduría conduciendo deportivos de muchas campanillas aupados a lomos del más feroz eclecticismo. Dichoso todo vale, dichoso relativismo… Doncellas de saldo y esquina –Sabina dixit- que salen en el “Semana” vendiendo su alma al euribor. “Me compro esa casa en la playa y lo dejo”, proclama una… Lo mismo da un pollino que un barbado profesor, ya lo decía el tango, "...que este mundo es y será una porquería, ya lo sé, en el 510, y en el 2000 también…"

Y el pinchazo inmobiliario, la caída del ladrillo y el castillo de naipes se desmorona. Cuatro golpes de mar y la barcaza hace aguas, y los que eran alcaldes pasan a ser reclusos y los que se hacían de oro transformando cuchitriles en lofts de lujo a su alcance tienen que llamar a Cofidis para poder mantener la pamema un mes más y así el Mercedes siga luciendo en la puerta.

Aunque sólo sea un mes más, por favor.

Y encima este Gobierno, que parece habernos tomado a todos por tontos, y lo peor es que quizá éste haya sido su mayor su acierto.

Pero… ¿Estábamos hablando de música? ¿De qué música?

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