miércoles, 25 de abril de 2007

El radio cassette con sintonizador digital

Primero tuve un Seat Seiscientos, venerable, heredado de mi hermana, que a su vez lo había heredado de otro hermano, y así sucesivamente; Del seiscientos recuerdo especialmente su palanquita de cambios, con esa bola elipsoidal por pomo, de baquelita; la pera en el pié para darle al agua del lavaparabrisas, la virgen con imán pegada al salpicadero -que por supuesto era metálico, en color crema, como todo el resto del coche-, sus llantas, las ruedas con una banda de color blanco, en fín, pura nostalgia de 22 CV y un sonido inconfundible. A mi amigo Nano, que había heredado otro -luego a él le llegaría un Panda -siempre le fallaban de lo mismo, la junta de la culata, decía el inefable Guijarro-, un un R14, que era bien curioso, un R5, un civic, y por último, un polo diesel que acabo de llevar a desguaces Jarama y por el que me han dado 60 euros- pero en color rojo rabioso, le pedía insistentemente que me dejara conducir su pelotilla, mucho antes de tener carné aún. Vinimos a Valdelagua, sin poder meter la 4ª porque el cambio estaba fastidiado, quemando el motor, el embrague, todo... todo con tal de jugar al tenis, hasta una vez llegamos a venir, él en su vespino y yo en mi Sis Sach Saxy L... y una vez dentro de la urbanización me lo dejó. Mal asunto, porque en la curva se me fue descaradamente de atrás -cosas de la propulsión trasera- y acabamos en los matorrales, sin mayores daños que dar a la mutua que algo de chapa y pintura.
A los hechos... En ese primer siescientos apenas pude hacer nada de eso que hoy llaman "tunear" y que en el fondo no es más que la variante globalizada y sobrevalorada de lo que en mi niñez era macarronizar un coche; lo que entonces era ponerle a un 132 Sport un gran alerón trasero, salidas de tubo de escape ficticias, innecesarios cromados, adhesivos tipo "pub seis peniques", "discoteca penélope" o lo que al macarrilla de turno le pareciera molón, hoy le llaman pomposamente "tunning", lo han elevado artificialmente -como casi todo hoy día dado el desconcierto generalizado en materia de cultura- a la categoría de "filosofía", se editan publicaciones y se organizan concentraciones, para ver quién le pone los faldones más exagerados, los bafles más grandes, las ruedas más anchas... ¡Vaya mierda!
Pero lo que sí pude hacer con serio menoscabo de mi entonces -y me temo que aún hoy- anoréxica pecunia, fue acudir al decomisos de Dr. Flemming -yo creo que el único supermercado que conocía y que igual existía entonces era Jumbo, luego Alcampo- donde me hice con un alucinante radio cassette... ¡Cómo sonaba aquello! Mucho mejor que el equipito de música que tenía en casa y lo mejor de todo... las lucecitas verde pálido que tenía, los botones y su tacto semigomoso, tan agradable, el loudness, el ecualizador... dos altavoces en la bandeja de atrás y a correr, y nunca mejor dicho.
Y así nació el concepto de tecnología amable; sí, ya sé que hoy día está más que correctamente extendido y que en general se aplica adecuadamente, pero hay que ser fiel a la verdad: Yo, Gonzalo Zaldivar Fraile, creé ese término y dio así comienzo para mi la edad moderna, el mundo de la tecnología... corría el año 1988.
Y lo bauticé así porque me sorprendió más que agradablemente el sintonizador digital, que lejos, muy lejos de la ruedecilla clásica, era todo comodidad, rapidez y calidad en la recepción. Me resultaba amable que la radio tuviera presintonías, que las pudiera memorizar, que las recordara -para lo cual llevaba una pequeña batería de complementaria- y que yo pudiera acceder a ellas con total rapidez y fidelidad. Hoy día el funcionamiento de la radio de mi actual coche es el mismo y en nada ha cambiado la recepción de la señal de radio, excepto que no hace falta al viajar de una ciudad a otra, ir buscando la frecuencia de la radio que escuchas según vas cambiado de región. Lo que sí ha cambiado, para bien, -y eso que el invento de las cintas era ya muy bueno- es el soporte de almacenamiento de la música; de las cintas de toda la vida a los cd´s, los cargadores múltiples y, finalmente, el mp3. ¿Qué vendrá después?

No hay comentarios: